Arbitraje en categorías de formación

Fernando Garzón

Autor: Fernando Garzón - Técnico arbitral en FEB

Como en muchos aspectos de la vida, el mundo del arbitraje no escapa a ese afán por la denominación, por las etiquetas, las frases hechas. ¿Quién no ha oído hablar de ‘arbitraje preventivo’, ‘arbitrar al defensor’, ‘arriesgar’, ‘aguantar la pitada’ y muchas otras? No voy a negar que resulta positivo esta acuñación de términos propios a nuestra tarea, pues más allá de una conjunción de letras, en estos términos se encierra una carga semántica inherente a nuestra labor. Estos términos están aderezados por matices, puntualizaciones, pautas y filosofía que transcienden el mero aspecto comunicativo y adoptan un factor importante de transmisión de ideas.

Por todo esto, es importante acotar qué se entiende por cada uno de ellos. Nos vamos a centrar en otra expresión acuñada en el seno del mundo arbitral: ‘el árbitro amigo’.

Idiosincrasia propia de las categorías formativas.

Entendemos por categorías formativas, como su propio nombre indica, aquellas en las que el principal objetivo debe ser (porque, desgraciadamente, no siempre lo es) formar al jugador de baloncesto. Normalmente englobamos en este grupo a las competiciones de minibasket y pasarela (dirigidas generalmente por Eskola Laguntzaileak), así como los primeros años de contacto con las reglas de baloncesto FIBA (categoría cadete).

Si el papel del árbitro (a partir de ahora, entiéndase árbitro también como Eskola Laguntzailea) de baloncesto es mantener el partido controlado en todo momento interviniendo sólo cuando es necesario, el árbitro de/en categorías formativas debe añadir otra condición: que los chicos y chicas se diviertan, que vean en el baloncesto una manera de practicar un deporte de equipo, con todos los valores que este hecho conlleva.

El árbitro como educador

Según la Real Academia de la Lengua, ‘deporte’ es:

1. m. Actividad física, ejercida como juego o competición, cuya práctica supone entrenamiento y sujeción a normas.

2. m. Recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre.

En las categorías formativas, es imprescindible dotar a la práctica del deporte de otro componente, como es el crecimiento personal. Gracias a los valores propios del juego en equipo, los chavales han de crecer en valores como el compañerismo, el esfuerzo compartido, el afán de superación grupal, la solidaridad entre compañeros y una sana competencia, siempre placentera, con el equipo adversario.

En las categorías de minibasket y pasarela, los chicos y chicas están tomando contacto con el baloncesto, visto y practicado como un deporte, como un juego.  Todo juego tiene como finalidad la diversión, diversión que es la base para la transmisión de otro tipo de valores que ayuden a formar paulatinamente la personalidad de los chicos y chicas. Es fundamental que el árbitro en estas categorías sea una ayuda, un apoyo más en el proceso de maduración personal de los participantes, siempre siendo consciente del importante papel que en esta tarea desempeñan los entrenadores. Por ello, como persona imparcial y con mayor dominio de las reglas y de su espíritu que los entrenadores, el árbitro ha de ser capaz de transmitirles esta visión del juego, complementando el trabajo semanal de entrenamientos que culmina en el partido del fin de semana.

El árbitro como maestro

El árbitro ha de saber transmitir sus conocimientos de reglas de manera comprensible para los participantes. Manteniendo un criterio coherente, ajustado a las características de cada partido y a las cualidades técnicas de los jugadores, ayuda a fijar poco a poco los conceptos que los jugadores van asimilando en los entrenamientos. Todo juego implica diversión, pero al mismo tiempo, todo juego implica unas normas. Como árbitros en estas categorías más que ‘sancionar’, lo que hacemos es ‘señalar’ infracciones. Y esta señalización debe ir por lo general acompañada de breves explicaciones, en ocasiones en el mismo momento de cometerse, en otras ocasiones en algún intervalo o al final del partido. De esta manera, la figura del árbitro deja de ser la de “alguien que tiene un silbato y para el juego por algo que he hecho mal pero no entiendo” y se convierte en “una persona que cuando hago algo mal, me explica por qué”.

Si alguien está pensando que voy a marcar qué se debe sancionar dependiendo de la categoría y qué se debe permitir, está equivocado. Lo único que se puede reflejar son unas pautas generales que cada árbitro deberá aplicar, de manera uniforme y equilibrada, dependiendo de las características de cada partido. Por ejemplo:

  • Es normal que en las categorías de iniciación exista una gran cantidad de contactos: usos de manos, empujones, pantallas mal establecidas, agarrones, etc. Deberíamos señalar aquellas repetitivas o que creen una gran desventaja sobre el adversario, las que pueden ser algo fuertes o poner en peligro la integridad de los jugadores.
  • También es lógico que se produzcan muchas violaciones, dada la inexperiencia de los participantes. Del mismo modo que en el caso de los contactos, habría que sancionar aquellas que crean una gran ventaja al infractor.
  • Pero sobre todo, en estas categorías el árbitro tiene que trabajar más sin el silbato que con él: será necesario que se dirija verbalmente a los jugadores para hacerles saber que están haciendo algo mal. Por ejemplo: hay que salir de la zona, no hay que agarrar al jugador si se te escapa, no salgáis corriendo sin botar, etc. Pautas generales que sirvan para ‘señalar’ el camino a seguir en lugar de ‘sancionar’.

El árbitro como amigo

Para poder transmitir con éxito nuestro mensaje es necesario transmitir una imagen de cercanía y confianza. La expresión ‘el árbitro como amigo’ no es sinónimo, en ninguna categoría, de compadreo o relajación de las formas. En estas categorías formativas, es una manera de exponer la psicología que debe poner en práctica el árbitro. Para que un mensaje sea recibido con éxito debe existir una predisposición tanto del emisor como del receptor. Por un lado, el árbitro en estas categorías ha de ser realmente consciente de la importancia de su labor. Una importancia que va más allá del aspecto meramente deportivo. Sólo si somos capaces de comprender este hecho podremos trabajar con ganas y, al igual que los jugadores, disfrutar de un partido. Por otro lado, los chicos y chicas de estas categorías están predispuestos a prestar atención, a captar, pero sólo si somos capaces de empatizar con ellos.

Sobra decir que un partido de iniciación es muy distinto a un encuentro de otras categorías y la manera de enfocar nuestra labor es bien distinta también. El árbitro ha de mostrarse cercano, comprensivo, ha de saber identificar las necesidades de los participantes,  transmitir sus conocimientos de manera clara y concisa, y siempre de manera relajada y amigable.

Como sé que más de uno ya está pensando en otro aspecto, no puedo pasarlo por alto, porque además me parece necesario tratarlo: los padres. ¿Cuántas veces habremos oído o dicho: ‘lo peor son los padres’?  Como árbitros, nuestro interés es el partido de baloncesto. Como formadores, nuestro interés son las personas, los chicos y chicas que están intentando aprender a jugar disfrutando. Los padres se escapan a nuestro control, pero no por ello tendremos que darlo todo por perdido. Obviamente no trataremos directamente con ellos, pero sí podremos hacer una observación al entrenador o al delegado del equipo, incidiendo en la importancia de la labor de todos, espectadores incluidos, por el bien del chico o chica. Unas palabras acertadas, con serenidad y cordura, pueden ser el mejor remedio. Al menos, habremos hecho todo lo que está en nuestras manos: intentar fijar el foco en lo verdaderamente importante, la formación y la diversión más allá de la competición.

Puesta en práctica y conclusión

El concepto de categorías formativas es, ciertamente, muy ambiguo. Engloba claramente las categorías de minibasket y pasarela, mientras que a partir de la edad cadete son las propias características técnicas de los equipos contendientes las que determinarán la aplicación de las reglas atendiendo siempre a un principio recogido en las Reglas Oficiales de Juego:

Art. 47.3

Al determinar si se debe sancionar un contacto o una violación, los árbitros deberán considerar en cada caso los siguientes principios fundamentales:

· El espíritu y el propósito de las reglas y la necesidad de mantener la integridad del juego.

· Consistencia en la aplicación del concepto de ventaja/desventaja, según el cual los árbitros no deben interrumpir el juego sin necesidad para sancionar contactos personales que son incidentales y que no conceden ninguna ventaja al infractor ni ponen en desventaja a su adversario.

· Consistencia al aplicar el sentido común en cada partido, teniendo presente el talento de los jugadores implicados y su actitud y conducta durante el partido.

· Consistencia para mantener un equilibrio entre el control del partido y la fluidez del juego, ‘sintiendo’ lo que los jugadores intentan desarrollar y sancionando lo que no es correcto para el desarrollo del juego.

Es fundamental, pues, la capacidad del árbitro para determinar qué requiere cada partido, teniendo siempre en mente las siguientes pautas:

  • Coherencia y equilibrio en la aplicación de un MISMO CRITERIO para ambos equipos, con el fin de no provocar situaciones de desequilibrio y sentimientos de impotencia o frustración.
  • No se debe interrumpir el partido sin necesidad, por el bien de la diversión de los jugadores.
  • El árbitro ha de saber transmitir con cercanía y sencillez algunos conceptos fundamentales, que variarán dependiendo de las características de cada partido o participante.
  • En muchas ocasiones, la mejor decisión es no hacer sonar el silbato, sino conducir mediante la palabra.

Para finalizar, me gustaría insistir en un aspecto de una importancia suma: el partido de minibasket no es el peor partido que me puede tocar como árbitro un fin de semana, no es un mero trámite para el Eskola Laguntzailea, es mucho más. Es una oportunidad para cooperar en la formación de un futuro ‘crack’, de vivir el arbitraje, el baloncesto,  desde otro punto de vista, de gozar sabiendo que estoy poniendo mi granito de arena en la educación de un niño o una niña. Porque arbitrar en categorías formativas es muchísimo más que hacer sonar un silbato.

 

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