Crónica de un ascenso

Ascender

Llega la segunda quincena de agosto y los jugadores vizcainos empezamos a entrenar. De diferentes maneras, diferentes intensidades, con distintos objetivos. Una temporada nueva se aproxima. Es parte de nuestra forma de vida: entrenar y jugar partidos de basket. Quitamos horas de otro tipo de ocio por una actividad más saludable y sobre todo social.

Tienes toda una pretemporada para ir perfilando tu juego, acoplándote a los sistemas propuestos para jugar contra nuestros adversarios. El gusanillo se abre con la llegada de los amistosos, pero sobre todo con el inicio de la competición. Por delante 7 o 8 meses de trabajo entre semana para lograr resultados el fin de semana. Por delante buenos y malos ratos, risas y también algún sollozo.

Llegan los meses del año nuevo adelantándonos el camino que nuestro equipo va a seguir el resto del curso. Hora de redefinir objetivos para bien o para mal. Las cosas se tornan de otro color con la acumulación de las victorias. No quieres hablar de ello, sino en centrar tu día a día, seguir con ese trabajo que te ha llevado a plantearte metas mayores. Pero atisbas nuevas ilusiones.

La tensión competitiva empieza a hacer una criba en la liga. Los mejores empiezan a subir, los peores empiezan a caer. Hay igualdad, cualquier traspié consecutivo te puede dejar fuera de juego. Pero no llega, a una victoria le sigue otra y otra. Las cuentas cambian, buscas cruces, averages, nuevas cábalas hacia una meta: el ascenso.

Es entonces cuando llega el momento de la verdad. El momento de pelear cada pelota, el momento de pelear cada mal parcial encajado para recuperar la ventaja en el marcador. Momento de demostrar autoridad, de que la clasificación no te ha puesto ahí por una casualidad o un factor matemático. La clasificación resume tu juego, tus resultados, tu trabajo de la semana y tu ambición.

Llega el día en que tienes que culminar tu propósito o tu hazaña, tu objetivo o tu premio. Los nervios vuelven a sentirse, hay vértigo al fracaso. Has llegado a una altura de la montaña en la que todo lo que no sea coronar, va a ser un fracaso, aunque objetivamente no lo sea.

Balón al aire y turno para el deporte, para conseguir esas canastas que te han llevado a donde mereces. Llega el final, el premio, el objetivo, el sueño o tu ilusión se ha hecho realidad: tu equipo asciende de categoría.

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