Autor: Juan Carlos Burgos (Jofre)

Pues sí. No todo va a ser innovación en metodología del entrenamiento, nuevas propuestas de ejercicios en base a criterios cognitivos de la acción del juego,  optimización de recursos e individualización del proceso formativo del jugador. Nuevas herramientas tecnológicas para evaluar la evolución del jugador, etc…

Hay otro baloncesto, hay otro mundo, otras vivencias, que merece la pena vivir.

Mi padre no me vio jugar nunca al baloncesto, bastante tenía con su trabajo y su tenis. Lo que hiciese su hijo, le parecía bien.  Deporte. Él era un deportista. En sus últimos años, más o menos a la edad de nuestro entrenador, 75 años,  me comentó que solía llevar una pelota en el coche y tiraba en las canastas de Akarlanda. Alucinado. Mis dos hijos lo miraban con los ojos muy abiertos. Su abuelo, jugando a baloncesto. Pena me dio no haberlo disfrutado antes jugándolo con el.

Todo esto viene a cuenta de que el entrenador de mi hijo Igor, ya no innova. Es posible que no cumpla con los nuevos paradigmas en baloncesto, pero siendo realistas, qué importa, si al final serán jugadores de club y seguirán jugando en los parques con sus amigos. Lo importante es la figura que representa este entrenador. Transmisión de valores universales. Algo que debe de perdurar siempre. Un entrenador de 75 años, que siempre esta ahí, dispuesto a entrenar, a ayudar, sin un mal gesto, contando anécdotas de vez en cuando. No somos una sociedad en donde la tradición oral ha sido la transmisora del idioma y de valores ancestrales.  Le he visto ir a entrenar estando enfermo.

Innovar, I+D, hoy en día suena muy bien.  Hace 40 años, te miraban como un snob.  Resulta que el innovador era este hombre, que sigue entrenando después de 50 años.

Hoy, quizás,  su aportación sea  más importante que ganar títulos con los Iturriaga, Andía, o Sinde. Su aportación es algo que transciende el I+D. Transmite valor. Respeto hacia la figura del Entrenador/Profesor. Sus jugadores le quieren, le respetan y sin duda le recordarán siempre. Por lo menos, mi hijo.  Su entrenador, Juan Sierra, le ha enseñado valores que van más allá del baloncesto.

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